Contra todos los pronósticos de las encuestas, el primer ministro británico, el conservador David Cameron, consiguió una aplastante victoria en las elecciones de este jueves en el Reino Unido, en las que ganó con mayoría absoluta.
El líder "tory" obtuvo 330 de los 650 escaños de la Cámara de los Comunes del Parlamento de Westminster, superando incluso la cifra de 326 que marca la mayoría absoluta necesaria para gobernar sin el apoyo de otras formaciones más pequeñas, pese a lo que presagiaban los sondeos sobre intención de voto.
Más de 45 millones de británicos estaban llamados a las urnas para elegir a los 650 diputados de la cámara baja y al nuevo gobierno, después de cinco años de un ejecutivo de coalición formado por los conservadores y los liberaldemócratas de Nick Clegg.
El avance de los "tories" fue mucho más abrumador de lo que anticipaban los analistas, que habían colocado a conservadores y laboristas -los únicos con posibilidades de llegar al poder por el sistema electoral británico- en una situación de empate técnico.
Los sondeos situaban el nivel de respaldo a los dos partidos en torno al 34 por ciento y unas cifras para cada uno de entre 260 y 280 escaños, muy por debajo de los que Cameron obtuvo finalmente.
Con 649 escaños ya otorgados (correspondientes a otras tantas circunscripciones), los conservadores ganaban 330 asientos, 28 más que los que tenían al término de la anterior legislatura a finales del pasado mes de marzo.
Al renovar mandato, el primer ministro prometió gobernar para las cuatro regiones que forman el Reino Unido -Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte- y cumplir con "todas" sus propuestas electorales, incluido el referéndum sobre la permanencia o salida del país de la Unión Europea (UE).
"Como he dicho en las primeras horas de esta mañana, vamos a gobernar como un partido de una nación, de un Reino Unido. Eso significa asegurar que esta recuperación (económica) llega a todas partes de nuestro país, de norte a sur y de este a oeste", aseguró Cameron ante el 10 de Downing Street tras comunicar a la reina Isabel II que había obtenido la mayoría para formar gobierno.
Con este mensaje, el primer ministro buscó claramente tender puentes con los nacionalistas escoceses al obtener estos casi todos los escaños asignados en los Comunes para Escocia -56 de 59- y convertirse en la tercera fuerza.
El esperado avance del Partido Nacionalista Escocés (SNP), sobre el que las encuestas no se equivocaron pues le anticipaban una arrolladora victoria, fue utilizado por Cameron durante la campaña electoral para sembrar el miedo entre los votantes de que una papeleta para la oposición laborista daría paso a la fuerte influencia de los independentistas en el Gobierno central.
La victoria de Cameron supondrá, además, un giro en la relación de Londres con la UE al haberse comprometido, a raíz de las presiones de los euroescépticos de su partido, a convocar el referéndum sobre su pertenencia antes de que termine 2017, aunque anticipó que primero buscará ciertas reformas en la Unión, entre ellas las relacionadas con la justicia y la inmigración.
La continua promesa de la consulta europea también le ayudó a recuperar a los tradicionales votantes conservadores que, desencantados con la UE e inquietos por el aumento de la inmigración, se habían pasado al bando del eurófobo Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que hoy dimitió al perder su circunscripción en el sureste inglés.
Cameron tiene por delante una apretada promesa electoral, como la reducción de impuestos, las ayudas a las personas que quieran comprar su primera vivienda, el apoyo al empleo juvenil, medidas draconianas para el control de la inmigración, la reducción del déficit, el descenso del desempleo y las ayudas a las empresas.
"Estamos al borde de algo especial en este país. Podemos hacer del Reino Unido un lugar en el que el bienestar pueda llegar a todos los que quieran trabajar", resaltó Cameron.