El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de un año y tres meses de cárcel impuesta a un narcotraficante que, estando esposado, agredió y amenazó con "pegar un tiro en la cabeza" a los dos policías nacionales que lo acababan de detener en la provincia de Sevilla en posesión de cocaína y heroína.
En un auto, al que ha tenido acceso Europa Press, la Sala de lo Penal del Supremo rechaza el recurso del acusado contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla que lo condenó a un año y tres meses de prisión por un delito de atentado y al pago de una multa de 360 euros por dos faltas contra el orden público.
De igual modo, el Supremo rechaza el recurso interpuesto por el hermano del acusado, que también agredió con patadas y puñetazos a los agentes para que trataran de soltar al otro imputado, y lo condena a un año de cárcel por un delito de atentado. Ambos, además, deberán indemnizar con 3.002,60 euros a los dos agentes agredidos.
Los hechos tuvieron lugar sobre las 3,50 horas del 16 de septiembre de 2013, cuando los agentes advirtieron que el principal acusado y una segunda persona no identificada corrían por una calle de Alcalá de Guadaíra, por lo que iniciaron su persecución y lograron darle alcance.
En el momento de ser interceptado, el acusado tiró al suelo una bolsa térmica de color azul con 16 bolsitas de plástico que contenían 19,33 gramos de cannabis sativa, cinco papelinas con 267 miligramos de cocaína y un envoltorio de plástico con 40 miligramos netos de heroína, paracetamol y cafeína, sustancias que en el mercado ilícito habrían alcanzado un valor de 195,38 euros.
"MUY PELIGROSO"
Cuando se encontraba detenido en dependencias policiales, este acusado pidió ser trasladado al Hospital de Valme para recibir asistencia médica, por lo que dos agentes lo montaron en un furgón a fin de llevarlo al centro hospitalario, momento en que advirtió la presencia de su madre en las inmediaciones y le indicó hacia donde lo trasladaban.
Durante el trayecto, el condenado les decía a los agentes que iban a tener que pedir refuerzos, que era muy peligroso y que tenía armas de todo tipo. Al llegar al hospital, y como quiera que los policías no accedieron a su petición de salir fuera a fumar un cigarro, llamó "chulo, maricón y mierda" a uno de los agentes, llegando a decirle que "le iba a pegar un tiro en la cabeza".
Cuando se dirigía a la sala de Radiología, el acusado lanzó un cabezazo "con gran violencia" a este agente, no alcanzándole, lo que obligó a los dos policías a reducirlo arrojándolo al suelo, momento en el que el hermano del imputado se arrojó sobre los policías y les propinó puñetazos y patadas para tratar de que soltaran a su hermano.
PATADAS Y PUÑETAZOS
De este modo, logró que los policías se incorporaran del suelo, momento en el que principal acusado también se puso en pie y, pese a estar esposado, se unió a su hermano golpeando también a los agentes, situación a la que sólo puso fin la intervención de terceros y la ulterior personación de otros policías.
Como consecuencia de los hechos, los dos policías sufrieron lesiones en sus miembros superiores, persistiendo secuelas en uno de los agentes.
El Supremo dice que los acusados "tuvieron pleno conocimiento" de la condición de policías de los agredidos, "pese a lo cual, uno de los imputados se dirigió a los agentes con expresiones injuriosas y tanto uno como otro les agredieron con golpes con el pie y el puño", todo ello "sin que existiera ni se invoque siquiera formalmente ninguna extralimitación" de los agentes.