No era la medalla de la ciudad como se dio a entender por un malentendido. Que no fuimos nosotros, precisamente. Ni siquiera una nueva condecoración. Se trataba sólo y exclusivamente de poner al día el nombramiento de Regidor Perpetuo que ostenta Nuestro Padre Jesús Nazareno, el que recibió en 2010 en el atrio del Ayuntamiento.
Entonces se le entregó el bastón de mando y la medalla de la Corporación. Pero poco después llegó la aprobación por parte de la Junta de Andalucía del cambio en los colores de la bandera de la ciudad –el fondo blanco por el fondo azul- y por ende en la medalla que llevan todos y cada uno de los concejales del Ayuntamiento. El alcalde, incluido.
O sea, que lo que recibió Nuestro Padre Jesús Nazareno en la tarde noche del viernes, en la Iglesia Mayor, en el cuarto día del quinario y en besapié, fue la medalla de la corporación municipal actualizada.
El primer paso de esa ceremonia tuvo lugar en el Museo Histórico Municipal donde el hermano mayor de la Hermandad del Nazareno recibió la medalla que se diferencia de la de los concejales en que en vez de cordón lleva cinta. Allí lo explicaron todo.
Luego en la Iglesia, en la misa oficiada por el arcipreste de la ciudad, Alfonso Gutiérrez Estudillo, se habló de ello en la homilía, de lo que puede resultar un anacronismo en un Estado que presume de laico. Y lo justificó en sacerdote en la devoción de miles de personas que desde 1926 tienen al Nazareno de La Isla como su padre y confesor, como sostén en sus desgracias, como esperanza en el futuro. O sea, lo justificó en la fe de un pueblo, o de una gran parte de un pueblo, al que el Ayuntamiento, una entidad civil –y laica- no puede dar la espalda.
Fue un acto sencillo, enmarcado en la propia misa, tras su término. En la Madrugada del Viernes Santo, que está a la vuelta de la esquina, el Nazareno de La Isla llevará prendida en el pecho el escudo de la ciudad, como alcalde perpetuo y la bandera de San Fernando será el símbolo de unión de la imagen y el pueblo. De mucha parte del pueblo.
