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Sevilla

Condenado a 16 años por violar, amenazar de muerte y golpear con una porra a su novia embarazada

La Sección Cuarta condena al acusado, que pensaba que su novia mantenia una relación con una amiga, a 14 años de prisión por un delito de violación; a un año por un delito de lesiones, y a otro año de cárcel por un delito de amenazas, así como a cinco años de libertad vigilada

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La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a 16 años y medio de cárcel a un hombre acusado de violar, amenazar de muerte y golpear con una porra de madera de 45 centímetros de longitud a su novia embarazada en la localidad sevillana de Dos Hermanas al pensar que ésta mantenía una relación sentimental con una amiga.

   La Sección Cuarta, en una sentencia a la que ha tenido acceso Europa Press, condena a A.R.M. a 14 años de prisión por un delito de violación; a un año por un delito de lesiones, y a otro año de cárcel por un delito de amenazas, así como a cinco años de libertad vigilada una vez salga de prisión y al pago de una indemnización de 15.500 euros.

   Los hechos tuvieron lugar sobre las 16,00 horas del 13 de febrero de 2014, cuando, estando en compañía del acusado en la vivienda que ambos compartían en la calle Clavel de Dos Hermanas, la víctima --embarazada de cuatro meses y medio-- recibió una llamada de una amiga o conocida que fue atendida por el imputado, "como tenía por costumbre para filtrar y controlar las comunicaciones de su pareja".

   Al finalizar la conversación, el condenado "montó en cólera" contra su novia, "a la que acusaba de haber mantenido una relación homosexual con la mujer que había llamado", tachándola de "puta, guarra y bollera" y propinándole dos bofetadas en la cara, tras lo que se bajó los pantalones y le exigió que le hiciera una felación, todo ello en presencia de un hijo que la víctima había tenido de una relación anterior y que contaba con tres años.

   La afectada pidió entonces al acusado "que no montase semejante escena" delante del niño, por lo que la llevó por la fuerza al cuarto de baño, donde, obstruyendo la puerta para impedirle la salida, volvió a golpearla con manos y pies en la cara y el cuerpo, zarandeándola por el cabello hasta obligarla a arrodillarse y abrir la boca, donde el acusado "le introdujo violentamente el pene", llegando a eyacular.

'TE VOY A METER DOS PUÑALÁS'

   "Tras la forzada felación", el procesado volvió a insistir en la supuesta relación que la víctima había mantenido, sacando una pequeña navaja que esgrimió hacia su novia al tiempo que le decía 'antes de que llegue la noche te voy a dar la muerte, te voy a meter dos puñalás, dime la verdad, que no me importa comerme 20 años de cárcel', a lo que ella respondía que no le hiciera nada y que pensara en el hijo común que llevaba en el vientre.

   El acusado le dijo entonces que "lo que ella tenía dentro no era más que una 'manzanita' y que la tenía que matar", tras lo que salió del cuarto de baño y regresó con una porra de madera "aparentemente maciza" y de 4,5 centímetros de diámetro en su parte más gruesa con la que golpeó "reiteradamente" en la espalda y el costado a la afectada, que recibía los golpes mientras trataba de cubrirse el abdomen para proteger su embarazo, "sin que por ello el procesado cejara en su agresión mientras gritaba que no iba a tener compasión, que a él le habían pegado muchos palos y que le daba igual que ella sufriese".

   Seguidamente, el acusado sacó a su novia del cuarto de baño y la llevó a la habitación del menor, donde continuó golpeándola con la porra y le bajó las bragas con la intención de penetrarla, sin conseguirlo porque la víctima se revolvía. Tras ello, volvió a ponerla de rodillas por la fuerza y le introdujo nuevamente el pene en la boca, hasta que por último volvió a emprenderla a golpes con ella y le apretó "fuertemente" el cuello con las manos mientras "le repetía su aviso de darle muerte antes de que acabara la noche".

HUYÓ CON LA EXCUSA DE IR A COMPRARLE TABACO

   Cuando el imputado cesó en su agresión, la víctima consiguió salir de la vivienda con la excusa de ir a comprarle tabaco, llamando por teléfono a su madre y dirigiéndose ambas a denunciar lo ocurrido, todo ello mientras el acusado trasladó al hijo de la mujer a casa de la madre de ésta, donde fue detenido por la Policía.

   La Audiencia basa su sentencia en la declaración de la joven, de 27 años, la cual merece "pleno crédito" al ser "plenamente convincente" y que cuenta con "importantes" corroboraciones objetivas que "no se limitan a las agresiones físicas, sino que se extienden también a la propia agresión sexual", pues la prueba biológica reveló la presencia del perfil genético del acusado en prendas íntimas de ella como unas mallas y unas bragas.

   "El solo hecho de que el ADN evidencie que el acusado estuvo en contacto con esas prendas, y en especial con las bragas, pues la huella genética se reveló en ellas en la zona de contacto genital, ya indica una conducta de tipo sexual, siendo absurdo, por elementales contradicciones de higiene, que, como aventura el acusado, esa huella genética pudiera provenir de relaciones mantenidas en días anteriores" que son negadas por la joven.

   Frente a ello, el acusado se limitó a admitir, "siempre de modo reticente y a la defensiva, rozando en ocasiones lo despectivo, la existencia de un incidente con su pareja en el que se habría limitado a darle un par de bofetadas para tranquilizarla, negando la evidencia de los múltiples estigmas lesivos que presentaba la denunciante, o atribuyéndolos a una etiología autolesiva por completo inverosímil, como inverosímiles son sus insinuaciones de implicación" de la joven en actividades delictivas, "que, aún de ser reales, en nada explicarían lo sucedido".

   La Audiencia considera además que, en este caso, la violación se reputa especialmente vejatoria o degradante por ir acompañada de la micción sobre la víctima.

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