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Andrea Camilleri desvela los secretos del jefe de la Cosa Nostra

Bernardo Provenzano, jefe supremo de la Cosa Nostra, se encomendaba a Dios, desconfiaba del teléfono y sólo se comunicaba a través unos mensajes mecanografiados que el escritor Andrea Camilleri ha escrutado para elaborar su particular diccionario sobre la mafia.

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Bernardo Provenzano, jefe supremo de la Cosa Nostra, se encomendaba a Dios, citaba la Biblia, desconfiaba del teléfono y sólo se comunicaba a través de los pizzini, unos mensajes mecanografiados que el escritor siciliano Andrea Camilleri ha escrutado para elaborar su particular diccionario sobre la mafia.


Vosotros no sabéis, que llega ahora a España publicado por Salamandra, debe su título a la frase, inspirada en los Evangelios, que Provenzano pronunció cuando fue detenido en abril de 2006.


“Vosotros no sabéis lo que estáis haciendo”, fue la frase completa que el jefe de la mafia siciliana dirigió a los policías. Camilleri interpreta que Provenzano utilizó esta frase para advertir de que con su detención la Cosa Nostra podría regresar a la sangrienta “estrategia militar” promovida en los años noventa por su antecesor, Totó Riina, y abandonar la vía silenciosa él impulsó al frente de la organización.

 El escritor destaca la similitud entre la frase de Provenzano y la pronunciada por Jesucristo cuando fue crucificado en el Calvario, y recogida en el Evangelio de San Lucas -el favorito del capo-: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".

El parecido no es casual, dado que en el escondite de Provenzano se encontraron -además de numerosas imágenes de vírgenes y santos- dos libros: una Biblia editada en 1978 con la aprobación de la Conferencia Episcopal Italiana y un diccionario de italiano.

Camilleri afirma que, a juzgar por los repetidos errores contenidos en los "pizzini", Provenzano "jamás consultaba" el diccionario; la Biblia, en cambio, la "consultaba muy a menudo", como demuestran las numerosas citas que incluía en sus mensajes mecanografiados.

El capo -que, según Camilleri, se creía "tocado" por la mano divina- solía comenzar sus mensajes con la siguiente fórmula: "Me alegro de saber que todos gozáis de excelente salud. Lo mismo puedo decir de mí en este momento, a Dios gracias".

El autor italiano precisa que, "por absurdo que pueda parecer, muchos mafiosos son religiosos".

Como muestra, Momo Grasso, que todos los años interpretaba a Jesús en las representaciones de la Pasión. "Ponía tanto empeño en ello -escribe Camilleri- que el hecho de intentar arrebatarle el papel podía acarrear fatales consecuencias".

El autor siciliano explicó recientemente a EFE que con este libro pretendió volcar sus conocimientos sobre la mafia a través de las palabras más usadas por Provenzano en los "pizzini", de los que obtuvo copia a través de la Fiscalía de Palermo.

"Quería conocer ese mundo desde dentro, saber cómo razona un mafioso verdadero", indicó Camilleri, quien dio forma de diccionario a su libro, cuyos beneficios ha destinado a una fundación creada por él mismo para atender a los huérfanos de policías muertos en actos de servicio.

Mediante el estudio de estos mensajes cifrados, Camilleri comprobó que Dios estaba siempre presente en los "pizzini", en los que, en cambio, no se utilizaba jamás la palabra mafia. Tampoco verbos relacionados con la actividad profesional de Provenzano (matar, asesinar, liquidar, robar, extorsionar...)

"Es como si el consejero delegado de Fiat no mencionara nunca en sus intervenciones el nombre de la empresa", dijo a Efe Camilleri, reciente ganador del II Premio Internacional de Novela Negra RBA, fallado en Barcelona, con "La muerte de Amalia Sacerdote".

Como jefe supremo de la Cosa Nostra, Provenzano era partidario de emplear la violencia sólo como último recurso, pero en su juventud inició su carrera de manera sangrienta: mató a un vecino de Corleone golpeándole repetidamente con una piedra de gran tamaño en la cabeza.

La escena recuerda a la protagonizada por Caín y Abel en el Antiguo Testamento, al que pertenece la parte más subrayada de la Biblia de Provenzano, el "Libro de los números". Tampoco este detalle es casual: en los "pizzini", el capo se refiere a sus colaboradores con números. Nunca escribe sus nombres.

Una vez en prisión, y atendiendo a una urgente petición suya, a Provenzano se le facilita una Biblia, pero "no es la suya, la de los subrayados, -escribe Camilleri- y él se queja y protesta por ello".

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