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Arcos

El diluvio emocional de la procesión extraordinaria

El desfile venció la adversidad del tiempo y logró poner en la calle los seis pasos del cortejo religioso

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La procesión extraordinaria del 12 de octubre de 2014 ya forma parte de la historia de las corporaciones religiosas y de las parroquias de Arcos. La ciudad, a la luz de la conmemoración del 750 aniversario de la adhesión del municipio a la corona de Castilla, celebró el encuentro bajo el título de 750 años de fe y devoción, con lo cual quiso celebrar la incorporación del culto cristiano en la localidad.


En el desfile no solo participaron hermandades, sino asociaciones como las de Nuestra Señora del Carmen de La Perdiz, Nuestra Señora de la Salud de Jédula, la Virgen del Rocío de la Vega de los Molinos, María Auxiliadora de la calle Corredera, el colegio La Salle, la medalla milagrosa y la asociación del Santísimo Cristo del Romeral, entre otras que cumplieron el recorrido portando sus respectivos estandartes.


La hermandad del Nazareno realizó una subida acelerada hasta la plaza del Cabildo para evitar la amenaza de la lluvia y cumplir el horario establecido. Durante el trayecto, la procesión recordó a la de Semana Santa por el gran séquito que lo acompañó. El paso se hizo acompañar por una discreta agrupación que interpretó música de capilla. Nada más llegar a la plaza del Cabildo, el entonces ya numerosísimo público irrumpió en aplausos en señal de admiración al Cristo de San Agustín.


En San Francisco, la salida de la imagen del Dulce Nombre contó con menos público pero con un ejemplar acompañamiento de las hermandades de la parroquia, con representantes de las juntas de Gobierno de Dulce Nombre, San Antonio y Tres Caídas, con las mismas muestras de solemnidad para acompañar a una talla que procesionó como corregidor veinte años después. Antaño lo hacía en el Corpus y, mucho antes y como curiosidad, también la imagen del patrón, San Miguel. Especialmente emotivo resultó el momento en el que el paso del Niño se asomó al interior de la iglesia de San Juan de Dios, de donde al poco partió la sagrada imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, ya con una calle Corredera repleta de gente y con los exornos y banderas que los vecinos exhibieron desde sus balconadas. Por ese momento reapareció la lluvia aunque de manera tenue, amenazando el paso que lució radiante la dorada peana del Dulce Nombre.
La hermandad de la Vera Cruz se hizo acompañar en su corto trayecto hasta la plaza del Cabildo de la hermandad de las Tres Caídas.


Con todas estas escenas produciéndose al unísono en el casco antiguo de Arcos, los contrastes de sonidos, imágenes, los continuos toques de las campanas de Santa María, los colores, las personas… fueron totales en la plaza del Cabildo, donde los pasos se alinearon para emprender la procesión. En este lugar se reforzaron las medidas de seguridad con numerosos efectivos de Protección Civil y Policía Local.

Encabezó el desfile la cruz de guía del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, seguida de la banda de cornetas y tambores de las Tres Caídas y del paso de San Miguel. De la organización tanto del paso como del trayecto en sí se encargaron las hermandades del Prendimiento y Perdón; es decir, las adscritas a Santa María. La parihuela utilizada para portar la imagen fue la empleada con el Cristo del Prendimiento en el último via crucis del Consejo Local de Hermandades y Cofradías.


Le siguió el paso de María Auxiliadora, desplazado para la ocasión desde la parroquia de San Pedro porque días antes fue conducido allí desde su templo en el Barrio Bajo. La organización del paso contó con la colaboración de la hermandad de Cristo Rey con la que comparte parroquia.
Tras el paso de la Virgen desfilaron los del Dulce Nombre, Vera Cruz sobre un manto de claveles rojos, Nuestro Padre Jesús Nazareno como alcalde perpetuo de Arcos, luciendo túnica morada con bordados, y, cerrando el cortejo, la también alcaldesa perpetua de la ciudad, la Virgen de las Nieves con un imponente manto blanco, seguida de la corporación municipal bajo maza.
Así hasta alcanzar la plaza España, Paseo de Andalucía y la avenida Muñoz Vázquez, donde la procesión, por la parte trasera del Paseo, reanudó su retorno a los templos arcenses, con numerosos devotos que portaron cirios con un público tan fiel como asombrado de tanta variedad.
Todos los pasos mostraron un exquisito decoro en su presentación pública, destacando los exornos florales y, sobre todo, la seriedad y el rigor con que fueron dirigidos por sus capataces pese al sentido de la procesión.

En suma, como acontecimiento difícilmente repetible, la procesión extraordinaria del 12 de octubre es un hecho histórico como pretendían sus precursores.

Contra todo pronóstico, la procesión llegó a buen puerto. La lluvia, finalmente, fue una anécdota que solo empañó las primeras horas de la cita, afectando al traslado de los seis pasos a la plaza del Cabildo; una tarea que se retrasó ante la insistencia de las precipitaciones durante la mañana y el mediodía.


Los vecinos de Arcos y visitantes respondieron con su abrumadora presencia a las expectativas de un desfile procesional que la organización ha enmarcado en los actos conmemorativos del 750 aniversario de la adhesión de la ciudad a la corona de Castilla y, en este caso, en la conmemoración de la restitución del culto cristiano en el municipio.


Eso sí, la lluvia frustró la pretendida solemne eucaristía programada en la plaza del Cabildo, que finalmente fue responsablemente trasladada a la Basílica Menor de Santa María de la Asunción, donde el obispo, José Mazuelos, se dirigió a hermandad y al pueblo para de algún modo justificar la procesión que saldría a las calles. Asimismo, monseñor hizo un llamamiento a la unión de las hermandades en torno a la fe en Cristo y bajo el signo de la Iglesia.

Igualmente, durante el acto litúrgico no pudo estar presidiéndolo la sagrada imagen del Cristo de la Buena Muerte como hubiera sido deseo de la organización.


Después de la misa, a las siete y media de la tarde, el cortejo salió dirección al casco antiguo y a la calle Corredera con una hilera de pasos que portaron la sagradas imágenes.

En el lado social, miles de personas, muchas foráneas, vivieron en primera persona la cita religiosa; un hecho sustentado en la promoción extraordinaria que ha realizado de este acontecimiento el Ayuntamiento de la ciudad. De hecho, fueron varios los autobuses llegados a Arcos expresamente para que sus pasajeros vieran el desfile, como también la procesión fue una alegría para los comercios locales que permanecieron abiertos e hicieron en octubre su particular agosto.

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