El nuevo premier, quien ya ocupara la jefatura del gobierno entre los años 1996 a 1999, presentó su gabinete en un acto oficial ante el presidente, Simón Peres, quien le recordó lo que espera de él la comunidad internacional en el proceso de paz.
Peres instó a Benjamín Netanyahu a “fortalecer la seguridad de Israel” y “hacer esfuerzos supremos para hacer avanzar el proceso de paz en todos los frentes”.
Y, sutilmente, le pidió que reconozca la fórmula de “dos estados para dos pueblos”, aceptada en la conferencia de paz de Annapolis “por la comunidad internacional y el anterior gobierno de Israel”.
Netanyahu respondió con el mutismo, pero el nuevo titular de Asuntos Exteriores y jefe del ultraderechista Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, dejó clara la posición del Gobierno poco después, al rechazar cualquier vinculación con los compromisos de Annapolis, que aboga por la creación de un futuro estado palestino.
“Hay un sólo documento que nos obliga y no es el caso de la conferencia de Annapolis, que no tiene validez”, dijo Lieberman en un discurso, al referirse a la cumbre celebrada en noviembre de 2007 en Maryland (EEUU).
A quien no le valen las tácticas dilatorias de Israel es al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, que en Annapolis hipotecó su carrera política en una apuesta que podría haber perdido con la salida de Ehud Olmert del poder.