Al término de dos jornadas de debates, los líderes de la UE acordaron poner en marcha un nuevo fondo permanente de estabilización financiera para la Eurozona y plasmaron por escrito una serie de compromisos concretos con los que esperan garantizar que el euro siga siendo "la parte central de la integración europea".
"Hoy hemos añadido otra pieza crucial a nuestra estrategia", anunció el presidente permanente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, en la rueda de prensa que cerró la última cumbre comunitaria del año.
Se trata, explicó, de la decisión de proceder a una reforma rápida y limitada del Tratado de Lisboa con el objetivo de hacer posible la creación, a mediados de 2013, de un mecanismo permanente de ayuda a los Estados del euro que tropiecen con problemas graves de financiación en los mercados.
El nuevo fondo no supondrá un regalo para nadie, ni un motivo para el relajo, porque sus préstamos estarán sujetos a condiciones muy estrictas dentro del respeto de las normas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero la novedad es de calado porque Europa, que desde 1999 constituye una unión monetaria, ha carecido hasta ahora de instrumentos propios capaces de impedir la quiebra de uno de sus miembros.
El montante del fondo no ha sido fijado, aunque los gobernantes europeos dejaron claro que están dispuestos a hacer "cuanto sea necesario" a fin de garantizar la estabilidad de la zona, lo que puede leerse como la advertencia a los especuladores: "cuidado, tenemos los bolsillos llenos", en palabras del ministro belga de Finanzas, Didier Reynders.
Mientras se completa y entra en funcionamiento el nuevo mecanismo, los socios del euro seguirán contando con la facilidad financiera temporal que crearon en primavera, con capacidad para recaudar hasta 440.000 millones de euros, y de la que ya se ha beneficiado Irlanda.
Grecia, el país que desencadenó la crisis, tuvo que ser rescatada en mayo mediante una intervención improvisada que requirió 110.000 millones de euros provenientes de sus socios y del FMI.
El presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, destacó hoy la "solemnidad", pero al mismo tiempo "concreción" de los compromisos políticos expresados por los líderes comunitarios, al margen de la creación del mecanismo permanente.
Así, todos han prometido que aplicarán "estrictamente" las recomendaciones de Bruselas en materia de disciplina fiscal y corrección de los déficit excesivos.
A principios de 2011 entrará en vigor un nuevo calendario de vigilancia temprana de los presupuestos nacionales (el llamado "semestre europeo") y a mediados de año tendrá que quedar adoptada la nueva legislación que endurece las sanciones por indisciplina fiscal.
Durante la cumbre, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, explicó las medidas de ajuste más recientes aprobadas por Madrid, que dejaron "impresionada" a la canciller alemana, Angela Merkel, según confesó ésta en rueda de prensa.
Los líderes también se han comprometido a "acelerar las reformas estructurales potenciadoras del crecimiento" y a "reforzar aún más el sistema financiero" en lo que respecta tanto al marco regulador como de supervisión.
A principios de 2011 se llevarán a cabo nuevas pruebas de resistencia en el sector bancario europeo para medir no sólo su solvencia real como en julio, sino también su liquidez.
Los veintisiete países comunitarios enviaron, asimismo, un mensaje de "pleno apoyo" a la actuación del Banco Central Europeo (BCE), que está resultando clave para capear la tormenta financiera por la que atraviesa la zona del euro.
El apoyo es especialmente significativo en un momento en que las intervenciones del BCE en el mercado secundario de la deuda y las medidas no convencionales de apoyo al sector financiero se han convertido en las únicas armas efectivas a corto plazo contra el nerviosismo de los mercados.
Aunque no se menciona ninguna de las dos, por respeto a la independencia del banco, en la mente de los gobiernos, sobre todo de los más afectados por la crisis, está el deseo de que la autoridad de Fráncfort mantenga esa política