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Fundación Unicaja Jaén apoya el tratamiento a la adicción integrando a la familia

Proyecto Hombre y Fundación Unicaja Jaén trabajan en la rehabilitación de personas adictas con un programa de atención individualizado que integra a la familia

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  • Tras la firma del convenio de colaboración. -

La participación de las familias en el proceso de rehabilitación de una persona adicta es “fundamental” y es la forma de trabajo en la Fundación Proyecto Hombre de Jaén. Su director, Pedro Pedrero, defiende una atención “individualizada” y una intervención con cada paciente en la que “va implícito” el trabajo con sus familiares, pues “forman parte del proceso de acompañamiento”.

Reconoce: “Ofrecemos un proceso de asesoramiento a las familias para ver cómo tratar una situación de adicción que les desborda. La situación de adicción genera dinámica que les hace polvo porque los roles se desvirtúan y a las familias les cuesta mucho trabajo tomar decisiones y poner límites”.

Durante los últimos cinco años, esta atención se realiza gracias al apoyo de  Fundación Unicaja Jaén. Su presidenta, Carmen Espín, y el presidente de Proyecto Hombre Jaén, Rafael Ramos, han firmado un convenio de colaboración que renueva el acuerdo existente entre ambas instituciones para respaldar esta iniciativa, basada en el acompañamiento familiar.

Más de 150 familias se podrán beneficiar de este programa que, con el apoyo de Fundación Unicaja Jaén, integra al entorno familiar en los instrumentos terapéuticos de Proyecto Hombre, con el objetivo de fomentar la participación de las familias y reorientar las relaciones familiares durante el proceso de reinserción, proporcionando asesoramiento individualizado para mejorar la eficacia de la asistencia. Y es que la integración es uno de los ejes de acción prioritarios de la Fundación Unicaja.

 “Gracias al convenio con Fundación Unicaja Jaén se pueden llevar a cabo este tipo de programas, que necesita un respaldo económico, pero también un apoyo. Es fundamental saber que con este convenio se establece una alianza, fruto del interés de Fundación Unicaja Jaén por mejorar la vida de estas personas y devolver a la sociedad parte de lo que les da. Este convenio es un ejemplo de que hay alianzas con las que la sociedad mejora”, valora Pedrero.

En Fundación Proyecto Hombre atienden a personas que entran en la comunidad terapéutica “que llegan con un alto nivel de deterioro por el consumo y que necesitan una respuesta asistencial”; y a aquellas que necesitan un tratamiento ambulatorio, “que mantienen su empleo y cuentan con una red social que los sostiene”.  Explica: “En ambos casos, las familias son normalizadas. Es diferente la situación en la que llega el usuario a la de su familia. Se dan casos de familias desestructuradas, pero no son las mayoritarias. Cuando estudias cada caso y sabes las dinámicas con las que funciona cada familia, se ven realidades más dañadas”.

Principalmente, atienden a pacientes con adicciones a la cocaína y el alcohol. “Es un binomio muy presente entre los usuarios”, dice.

Pedrero reconoce que “una persona lleva más de siete años consumiendo cocaína hasta que pide ayuda”. Esto es así porque “aún se cree que existe una adicción cuando necesitas consumir todos los días y la cocaína se sale de esa realidad”. Asegura que “la sensación de los consumidores de cocaína es que tienen un control sobre la sustancia que en realidad no tienen porque hay muchas facetas de su vida que se van viendo implicadas por el consumo y se ven alteradas, como las relaciones sociales, las familiares, de pareja y la laboral”.

 Según explica Pedrero,  el perfil socio-demográfico responde a “gente de clase trabajadora, con empleos, con su vida hecha”. Y es que “las adicciones afectan a cualquier persona”.

Puntualiza: “Los usuarios necesitan apoyo para ver cómo encauzar su realidad. Por eso ofrecemos proceso de asesoramiento a las familias para ver cómo tratar una situación de adicción que les desborda. Genera dinámica que les hace polvo porque los roles se desvirtúan y a las familias les cuesta trabajo tomar decisiones y poner límites”.

El proceso, tanto con pacientes como con sus familiares es “individualizado”, con herramientas como terapia individual, terapia familiar en caso de que sea necesario; grupos, seminarios y convivencia para que la familia “tome su sitio” en el tratamiento.

Dice: “A las familias las atendemos en el proceso de acompañamiento del usuario. Ayudamos al empoderamiento de las familias. Detectamos dinámicas muy viciadas. La dinámica familiar mejora mucho desde el momento en el que mejoran los niveles de comunicación y cada persona asume sus roles y son capaces de poner límites y aceptar la situación que hay en su hogar, además de verbalizar las situaciones que hay en su casa. Desde el momento que la relación del paciente y sus familiares no está mediatizada por el consumo de sustancias, todo mejora significativamente”.

Los resultados del trabajo con el paciente y sus familiares se ven “muy rápidos” porque “el usuario cambia  cuando está por la labor de salir de su adicción”.

Dice: “Nuestro gran trabajo con la familia es hacerle ver que somos aliados, que no somos competidores, que estamos de su lado”. El programa se prolonga en más de un año y en este tiempo, “la implicación de la familia va cambiando”. Al inicio es “muy grande”, pero cuando el usuario alcanza el proceso de autonomía, “se requiere de menos”.

Termina: “Al principio, se marca un contrato terapéutico para cumplir el usuario y su familia y en la fase de autonomía del paciente es la familia quien establece cuál  es su contrato”. Fundación Unicaja Jaén colabora con los programas de Proyecto Hombre desde hace más de una década.

Testimonios

M. J. U. A. (36 años, Jaén) lleva dos meses en tratamiento por adicción a la cocaína y el alcohol. “Llegué por voluntad propia. Fue un palo para mi familia, pero me apoyan. Mi pareja ha estado siempre a mi lado y para mi todo este apoyo es primordial”, dice. Ponerse en tratamiento ha sido “la mejor decisión” que ha tomado. “Mi familia está al pie del cañón”, confirma.

Mª Trinidad Ruiz Quesada (51 años, Linares) comenzó a consumir alcohol a los 16 años. “Yo sola no podía salir. Le dije a mi hermana que quería entrar y ella ya había movido los hilos para poder hacerlo”, confirma. Lleva en tratamiento desde mayo de 2022. “A día de hoy es el mejor paso que he dado. Si no lo hubiera hecho, no sé hubiera sido de mi vida”, asegura.

A. M. R. (31 años, Linares) lleva en tratamiento desde marzo por consumo de alcohol y cocaína “a diario”, una adicción que provocó que se refugiara en el juego.  “Tuve problemas con mi pareja. La relación ya era casi nula. No tenía ganas de nada. Llamé a mi familia y pedí ayuda. Al principio se mostraron incrédulos. Ahora es una locura como están conmigo y para mi es muy importante su acompañamiento en el proceso”, agradece.

M. C. V. (32 años, Jaén) reconoce que su problema de adicción era no solo a la cocaína y al alcohol, sino “a cualquier droga”. Utilizaba el consumo para relacionarse en su entorno.       “Llegué obligado. Pensaba que mi problema no era tan grave. El acompañamiento de mi familia ha sido muy bueno. Han estado para todo lo que he necesitado. Mi mujer sigue a mi lado y mis padres me apoyan”, agradece.

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