—¿Cómo llega usted a la conclusión de que no queda otra que ponerse en huelga de hambre?
—Lo hemos intentado todo. Hemos querido dialogar a través de entrevistas, manifestaciones y todo tipo de actuaciones, y el ultimo cartucho que nos quedaba era este.
—¿Se sienten defraudados hasta tal punto con los compañeros de CC OO? ¿Tan malo sería el convenio?
—30 años de negociaciones se han perdido. Naturalmente que hay decepción. Lo que más nos choca es la duración del convenio, planteado durante un periodo excesivamente largo, hasta el 2018. Serían casi diez años manteniendo la misma situación, lo que, con unas elecciones cerca y estando el país como está, no podemos permitirnos. Además, perdemos complementos importantes.
—¿La familia cómo lo empieza a llevar? ¿Han intentado disuadirle?
—Nadie me ha intentado disuadir o convencer de lo contrario. Eso sí, me han dicho muchos aquello de “sopésalo, piensa lo que supone lo que vas a hacer, etc”, pero todos saben que si hago algo como esto es para llegar hasta el final.
—Pronto se le unirán al menos cinco compañeros...
—Efectivamente, a partir del lunes, si no se consiguen los objetivos, más compañeros comenzarán escalonadamente a unirse a esta medida.
—¿Alguna cuenta pendiente con el Consorcio?
—Dos juicios pendientes: uno por lo contencioso y una querella criminal contra el presidente, el gerente, el director técnico y el médico jefe por presionarme para que me prejubilara.
—¿Qué tiene que pasar para que detenga su protesta?
—Que González Cabaña no firme con CC OO o que cesen al gerente del consorcio.
—¿Se siente respaldado?
—Los compañeros me han manifestado su apoyo, pese a que el jefe de parque y un oficial les advirtieron que “no cruzasen la línea” para acercarse a mí.
Mientras tanto, en Jerez, José Gómez encaraba ayer una nueva noche más, la cuarta, en su tienda de campaña frente al monumento de los bomberos, sintiéndose más respaldado que nunca.