Viajamos aún por el primer trimestre del año electoral y cada cual ya va mostrando sus intenciones para lo que se avecina. Si faltan más de doscientos días para las municipales ¿a qué tanta bulla?
Libres son los grupos políticos de marcar anticipadamente sus territorios y conviene recordar que las elecciones más se pierden por deméritos que por logros conseguidos.
Como muy largo me lo fiáis todavía puede cambiar mucho el panorama. Así que bueno será ir mostrando toda la buena voluntad que se extraiga de un artículo de opinión, que empecemos analizando el debe de los dos pilares del recuperado bipartidismo que, a la postre, son quienes tienen opciones de ocupar la alcaldía.
Cualquiera que gobierne o haya gobernado sabe que, se haga mejor o se haga peor, son las cosas que se ven las que permanecen, las que se fijan en la memoria del votante.
Posiblemente el actual equipo de gobierno tenga razones para presumir, pero tampoco estaría mal que fuera consciente de tanto como le falta. Si hay una delegación que haya brillado, nunca mejor dicho, ha sido la de limpieza. Poco se le puede criticar y esto da muy buena imagen; aunque según nos alejamos del centro el brillo declina sensiblemente.
Por el lado opuesto habrá que sacar a relucir el absoluto desastre de las obras municipales. A pesar de los esfuerzos del señor Alcalde por dar explicaciones al vecindario, han supuesto el mayor fracaso de la política municipal a ojos de la gente, que no se contenta con las excusas. Obras son amores y no buenas razones. Las obras de la Avenida de la Diputación, el Centro Multicultural Hispano-americano, el Paseo Marítimo del Chorrillo y, sobre todo, la impresentable duración de las calles Buenavista-Lope de Vega, absolutamente eternas e definitivamente incómodas para quienes las sufren, han provocado ya todo lo contrario que el equipo de gobierno espera, el rechazo absoluto. No querrá el PSOE ganarse las simpatías de vecinos y vecinas de estas zonas con semejante equipaje. Añadamos para completar el cuadro la fantasiosa reordenación de la Avenida María Auxiliadora que, acabada, será incluso peor que en el proyecto. Un capricho tan innecesario como mal resuelto que recuerda el fiasco de la Calle Charco en la anterior legislatura. Quizá resulte anecdótico después de todo lo expresado, pero el monumento “a no sé qué” al principio del espigón de la playa de la Costilla, al lado del Duque de Nájera, promete en su empeño de no acabar nunca.
Antes de terminar como triste apéndice, no se puede pasar por alto el vergonzoso asunto de las innumerables ratas que se pasean tranquilamente por nuestra villa. Sabemos que es difícil, pero algo habrá que hacer.
Y la Vaqueriza, ¿no ha cumplido el plazo? ¿Esperamos a las elecciones para terminar definitivamente con el problema? Seriedad, por favor.
Esto solo hablando de lo que más llama la atención. Habrá tiempo para más.