Científicos de la Universidad de Granada han demostrado gracias al programa Copérnicus y el satélite Séntinel 3 de la Agencia Espacial Europea (ESA) que durante la ola de calor de los años 2020 y 2021 la temperatura del suelo de Granada capital aumentó hasta 4,4 grados centígrados.
Concretamente, las temperaturas de la superficie terrestre y la isla de calor urbana de superficie se incrementaron por las mañanas 2,2 y 0,2 grados centígrados respectivamente, mientras que durante las noches los incrementos fueron de 4,4 y 0,4. Además, los investigadores han demostrado que los factores comunes que influyen significativamente en estos incrementos de temperatura diurna y nocturna son incrementos significativos de la radiación solar y cambios en la dirección del viento.
En las últimas décadas, numerosos estudios están alertando de que la transformación del paisaje generado por la expansión de las zonas urbanas constituye uno de los procesos con mayor contribución al cambio climático. Los cambios en la cobertura del suelo reducen la evapotranspiración y aumentan las superficies de materiales impermeables, tales como asfalto y hormigón. Estos materiales almacenan el calor recibido de la radiación solar y posteriormente lo liberan a la atmósfera.
Los mayores incrementos de temperaturas se están produciendo en las ciudades debido principalmente al fenómeno de alteración de clima urbano denominado Isla de Calor Urbana (ICU), cuya intensidad se ve incrementada por las múltiples actividades humanas y por los eventos climáticos extremos tales como, sequías, olas de calor, etc.
Recientes investigaciones han demostrado que las olas de calor se están volviendo más intensas, tienen una duración mayor, ocurren con mayor frecuencia y a finales del siglo XXI afectarán a mayores superficies terrestres .
Estos episodios de aumento de calor se encuentran identificados como uno de los fenómenos naturales con mayor impacto social, económico y ambiental. Así, posibilitan el incremento del consumo de electri*cidad y agua en las viviendas y aumentos de la morbilidad y mortalidad.
Prueba de ello, fue la ola de calor ocurrida en Chicago en el año 1995 que causó la muerte de 800 personas, la del verano del año 2003 en Europa o la más reciente vivida en España en el mes de julio de 2022 calificada por la Agencia Estatal de Meteorología como "histórica y extraordinaria".