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El drama de la inmigración: si hasta los cristianos no lo tienen claro...

¿Quién va a plantar cara al espanto de que Pedro Sánchez a los derechos humanos dejando en manos de la tiranía marroquí el control de la frontera?

Publicado: 04/07/2022 ·
11:27
· Actualizado: 04/07/2022 · 11:27
  • Migrantes en Nador, junto a la valla con Melilla. -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

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A un lado del espectro político, intelectuales de toda ralea han cuestionando la doctrina de la Iglesia. El agrónomo René Dumont escribió en Le Monde Diplomatique, poco antes de presentar la primera candidatura ecologista a la presidencia de la República Francesa en 1974 que “podemos intentar despertar las conciencias, pero un florecimiento tan magnífico de hombres nuevos en un régimen capitalista nos parece escasamente improbable. El cristianismo lleva dos mil años intentándolo y ha fracasado: sigue aconsejando la bondad a los ricos egoístas, en lugar de predicar la rebelión a los pobres, una cruzada contra las cajas fuertes”.

Por su parte, el politólogo liberal Giovanni Sartori abrió tras los atentados del 11S un candente debate sobre la inmigración con un polémico ensayo, La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, en el que cargaba contra la institución religiosa. En conversación con El País, publicada en abril de 2001, la acusaba de la, en su opinión, nefasta política migratoria en Italia, asegurando que “la culpa es de ese tercermundismo falsario que una a la izquierda tradicional con una Iglesia llena de absurdo entusiasmo misionero”. En diciembre de 2005, en el mismo periódico, Sartori vuelve a la carga, advirtiendo de contradicciones en el seno del cristianismo: “La Iglesia italiana siempre ha protegido a los inmigrantes sin papeles, pero cada vez que ellos ocupan una iglesia hace que les expulsen a toda velocidad. Los conventos están vacíos, ¿por qué no los llenan con estas personas? Porque una cosa es predicar y otra dar trigo”.

Ignoro cuántos usuarios de Twitter han leído las entrevistas o los libros del politólogo transalpino, pero demasiados coincidieron con Sartori al cargar contra la Hermandad de El Carmen, de Sevilla, que publicó un tuit en el que advertía de que “por más que te cuenten, no son invasores, solo seres humanos que buscan llegar a Europa huyendo de guerras activas y hambrunas”, en referencia a la masacre perpetrada al otro lado de la valla de Melilla, en Nador, donde perdieron la vida 37 personas y otras 300 resultaron heridas de diversa consideración, según fuentes extraoficiales. “Como Cristo nos enseño, debemos estar siempre al lado del que sufre”, concluía la cofradía. Las respuestas son muy crudas. “Estoy harto del buenismo y de las tonterías. Harto”, apuntaba un tuitero que posaba en su foto de perfil con la cruz del Valle de los Caídos.

Occidente se enfrenta aun reto sin precedentes: solo entre 2011 y 2021, la cifra de refugiados se duplicó de 43 a 89 millones. Con la invasión rusa de Ucrania, la cifra asciende a 100 millones en el presente año. La Agencia de Naciones Unidas Para los Refugiados (Acnur) advierte de que las guerras y el cambio climático agravarán el problema que, hasta el momento, se está abordando de manera arbitraria y racista, según los intereses económicos de los países del primer  mundo y según el color de la piel de quienes huyen de la calamidad. Las soluciones son complejas. Si hasta los cristianos dudan... ¿quién va a plantar cara al espanto de que Pedro Sánchez, referente de un Gobierno de izquierda progresista con Unidas Podemos, ignore el respeto a los derechos humanos dejando en manos de la tiranía marroquí el control de la frontera?

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