En Fue la mano de dios, el joven protagonista termina enzarzado en una intensa conversación sobre la creatividad con quien parece convertirse en su improvisado mentor. Fabietto, que así se llama, recurre a una frase que ha escuchado decir a Fellini: “La realidad es decadente”. Y lo sigue siendo, de ahí el éxito de la ficción durante los meses del confinamiento y su posterior encumbramiento como principal objeto de consumo a través de las numerosas plataformas de contenidos audiovisuales que han ido proliferando en apenas un año al rebufo de Netflix y HBO: Hulu, Filmin, Apple, Amazon, Movistar +, Atresmedia Player... La gente tenía necesidad de rellenar las horas muertas en casa y lo hizo de la mano del ocio, atrincherada frente a esa realidad insoportable que se había adueñado del antiguo paisaje de nuestras vidas. Supongo que a los gobiernos les habrá venido muy bien tanta distracción, antes y ahora: ¿a cuánto tiene que ponerse el precio de la luz para que la gente salga a la calle a protestar?
Y sin embargo, hay mejores formas de hacer frente a esa realidad decadente. Cuando Fabietto y su interlocutor se asoman a la ciudad de Nápoles a través de la Grotta Villa D'Abro, éste le obliga a mirar el paisaje: “¿Has visto cuántas cosas hay que contar en esta ciudad? ¿Como puede ser que esta ciudad no te inspire para contar nada?” La pregunta va dirigida a un aspirante a artista, pero se puede hacer igualmente a muchos dirigentes políticos, a muchos alcaldes y alcaldesas a los que habría que obligar de vez en cuando a asomarse a su ciudad desde la distancia para hacerle una pregunta similar. “¿Has visto cuántas cosas hay que hacer en esta ciudad? ¿Como puede ser que esta ciudad no te inspire para hacer nada?”.
Puede que el alcalde de Cádiz se asome más a menudo de lo que cabe pensar a ver su ciudad desde la distancia y se haga la misma pregunta, pero lo que sobresale recientemente de su gestión es su imagen junto a un megáfono hablando de una ciudad en llamas, su impenitente persecución a la figura de José María Pemán, su cambio de fecha del Carnaval o sus críticas a los humos de los cruceros que recalan en el puerto. Y está muy bien el aliciente de que Cádiz se convierta en sede del Congreso de la Lengua, y de la Sail GP, y que el FIT y Alcances se mantengan como referentes culturales, pero cuéntenos algo que no sepamos.
Jerez vive inmersa desde agosto en una fiesta eterna: de la Fiesta de la Bulería pasó a las Fiestas de la Vendimia, y de ahí a las Fiestas del Mosto y, sin solución de continuidad, a las zambombas, y así hasta el 6 de enero. Aún no somos capital europea de la Cultura, pero si se inventan la de la Fiesta habrá pocos que le compitan el puesto. En este sentido, Jerez ha sabido dar forma a su propio relato en torno al destino como principal impulsor de la recuperación económica -en noviembre los datos de contratación y de afiliación a la Seguridad Social fueron envidiables-, pero aún mantiene cuentas pendientes con una reactivación industrial que no termina de llegar, mientras que su más novedosa apuesta pasa por acertar la lotería de los Next Generation para impulsar el nuevo centro del motor o el denominado distrito Sherry, entre otras atractivas iniciativas.
En el Campo de Gibraltar tenemos el puerto de Algeciras, Sotogrande, las playas de Tarifa, uno de los polos industriales más potentes de Andalucía, Castellar, pero esa realidad de la comarca sigue relegada a un segundo plano en la necesaria batalla contra el narco o en el tira y afloja en torno al Peñón, en vista de lo cual al alcalde de La Línea solo le inspira convertirla en ciudad autónoma, mientras se eterniza la reivindicación del corredor ferroviario, de la misma manera que en la Sierra se ha eternizado la construcción de la autovía que conecte Arcos con Antequera, donde ya van trece años perdidos: hay quien solo se asoma a la provincia cuando se trata de pedir el voto, o para que lo paseen por el carnaval, la feria o las zambombas, o para tomar nota de nuestras desgracias. La realidad es decadente, sí, pero hace falta gente dispuesta a contar y hacer cosas nuevas para mejorar esa realidad, de Madrid al sur del sur.