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Absit Invidia

Sistema de primarias, entre el deseo y la realidad

Lo que subyace es que las formaciones políticas tratan de exhibir un nivel de democracia interna del que carecen

Publicado: 10/12/2021 ·
17:41
· Actualizado: 10/12/2021 · 17:41
  • Inés Arrimadas y Juan Marín -
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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El sistema de primarias fue concebido como el mecanismo más adecuado para avanzar en la democratización interna de los partidos políticos que, tradicionalmente, han impuesto sus decisiones en base al criterio de una élite. En teoría, empezaba el fin de la designación a dedo de los candidatos teniendo en cuenta, además, que el artículo 6 de la Constitución exige que la estructura interna y funcionamiento de los partidos “deberán ser democráticos”.

En España no existe cultura de primarias y muchos menos una legislación (como en otros países) que obligue a aplicar este sistema de elección de candidatos en todas las formaciones políticas. En Andalucía conocimos, en junio de este año, la experiencia por la que el PSOE eligió quién sería su candidato a la Presidencia del Gobierno andaluz y secretario general; e incluso, en ámbito provincial, quiénes serían los líderes socialistas en las provincias de Huelva, Almería y Málaga. En este caso, este sistema mostró que es capaz de dinamizar a la militancia y captar la atención de la sociedad andaluza, pero también supuso una guerra de avales y una demostración pública de fractura interna de la que trata de recuperarse.

Susana Díaz y Juan Espadas.

Ahora, Ciudadanos se zambulle en la polémica con un proceso de primarias inexplicable, carente de debate y confrontación de ideas, tendente a salvar el expediente estatutario. En el fondo, lo que subyace es que las formaciones políticas tratan de exhibir un nivel de democracia interna del que carecen. Por lo tanto, las primarias se convierten más en un problema que en una solución.

Entre este sistema y aquel en el que una decisión oligárquica señala al candidato tiene que haber un justo término medio que aporte las virtudes que se le presuponen a las primarias y de las que carecen de facto. De momento, lo más razonable sería dejar madurar este sistema para corregir los defectos demostrados. Otra alternativa sería un desarrollo legislativo del artículo 6 de la Carta Magna para que todas las formaciones tuvieran la obligación de someterse a este sistema de elección de candidatos, un foro con todas las garantías en el que podrían participar no solo militantes, también simpatizantes. 

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