La secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, aclaró que sus afirmaciones hechas el domingo, diciendo que “los sistemas de seguridad funcionan como la seda”, fueron sacados de contexto.
Ayer, en una entrevista en la cadena NBC, se preguntó, como el resto de la opinión pública, “¿cómo este individuo pudo subir a un avión?”.
“Nuestro sistema no funcionó en este caso. Nadie está contento o satisfecho con lo ocurrido. Por eso es que se lleva a cabo una revisión amplia de los procedimientos”, dijo, para añadir que la seguridad “falló miserablemente”.
Las declaraciones de Napolitano se producen en un momento en que proliferan las críticas hacia un sistema que permitió al nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab subirse a un avión, pese a que su nombre figuraba en un listado de sospechosos de terrorismo y a que su propia familia había alertado a EEUU de su radicalización.
Algunos congresistas están alarmados por el hecho de que, ocho años después de los ataques del 11-S, las medidas de seguridad no sean capaces de frenar los intentos de los terroristas suicidas.
Precisamente, el Congreso de EEUU ha decidido convocar para enero unas audiencias para analizar los fallos en la seguridad aérea que permitieron que el nigeriano abordara un avión con explosivos el día de Navidad.
La medida ha sido propuesta por el presidente del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, Joe Lieberman, y la republicana de mayor rango, Susan Collins, dos de los que han mostrado preocupación por las “vulnerabilidades” del sistema.
En concreto, quieren saber por qué los nombres de los pasajeros que viajan a EEUU desde el exterior no son debidamente cotejados con la base de datos sobre presuntos terroristas, y por qué sólo un reducido número de pasajeros están sujetos a una revisión mediante escáneres de cuerpo completo.
Una medida similar, se quejaron los congresistas, hubiese ayudado a detectar los explosivos que cargaba encima Abdulmutallab, y que según reconoció él mismo le fueron facilitados por Al Qaeda en Yemen.
Ayer, el diario The New York Times informó de que EEUU ha abierto en este país un “tercer frente” de lucha contra Al Qaeda ante el temor de que se convierta en otro santuario terrorista, como Afganistán o Paquistán.
El domingo, el presidente del país, Barack Obama, ordenó una revisión de dos de los pilares del sistema de seguridad aérea, el equipamiento en los aeropuertos, y listado de posibles terroristas, que en los últimos años ha tratado de reducir por las críticas de las organizaciones de derechos civiles.
Obama, que está de vacaciones en su archipiélago natal, Hawai, desde el pasado 24 de diciembre, tenía previsto hacer una declaración ayer desde la base de la marina en este Estado a las 21.00 GMT.
Mientras tanto, los aeropuertos del país han intensificado las medidas de control, lo que ha llevado a los pasajeros a sufrir ayer también engorrosos procesos de cacheo y revisiones concienzudas de sus equipajes de mano.
La Agencia de Seguridad en el Transporte (TSA, en inglés) ha advertido a los viajeros que su movilidad dentro de la cabina y el uso de los equipos electrónicos podrían verse limitados en algunos momentos del vuelo.
FALSAS ALARMAS
Algunas compañías están aplicando estas restricciones en la primera y última hora de viaje.
En paralelo, se ha desencadenado una cierta psicosis en los vuelos, que ha llevado a detener sin motivo a tres personas en las últimas horas.
La TSA informó ayer de madrugada de la detención de dos hombres que “actuaban de manera sospechosa” en un vuelo que se dirigía a la ciudad de Phoenix, aunque fueron liberados tras ser interrogados.
Uno de los dos hombres, de apariencia árabe, parecía estar viendo en un reproductor de DVD imágenes de la explosión llevada a cabo por un terrorista suicida, aunque después resultó ser la película The Kingdom.
Este domingo además, las autoridades detuvieron a un pasajero de nacionalidad nigeriana de un vuelo que cubría la misma ruta que la de Abdulmutallab, y que se encerró en el baño durante una hora.
El Departamento de Seguridad Nacional concluyó, tras entrevistar al pasajero, que éste se había sentido enfermo, lo que explicaría su prolongada estancia en el baño de la aeronave.